CORONAVIRUS: PRONTO AMANECE

Hace más de dos meses que el mundo viene enfrentando un enemigo aterrador. Los primeros casos de COVID-19 se dieron a conocer a finales de diciembre del año pasado y desde entonces el número de contagios no ha hecho más que aumentar –siendo más de 400 mil hasta la fecha– al igual que el número de bajas –con un aproximado de 19 mil–.

Por supuesto, esta situación ha derivado a un estado de shock y alerta en todos los países del mundo. No se le dice “pandemia mundial” solo porque suene imponente sino porque lo es. Se trata de una situación imponente y por lo mismo medidas drásticas han sido tomadas al respecto.

Los toques de queda y cuarentena en diferentes países son custodiados por militares.

Salir a comprar el pan, pasear a tu perro, ir al colegio o la universidad, hacer el mercado, ir al gimnasio entre otras, solían ser actividades que hacíamos diariamente, algunas de estas puede que incluso las hiciéramos de forma automática, como acto reflejo de una rutina bien implementada. Pero no fue hasta que nos vimos forzados a vivir enjaulados entre cuatro paredes, sin poder sentir el sol en nuestros rostros diariamente, que nos dimos cuenta de lo verdaderamente afortunados que éramos.

El mundo en su totalidad se encuentra en un estado de cuarentena, aislados unos de otros, y sin embargo estamos más juntos que nunca.

Y es que es precisamente en momentos como este, cuando un ser humano –o cientos de ellos en este caso– peligra que la humanidad hace cosas asombrosas. Todos dejamos a un lado nuestras diferencias y nos unimos para lograr milagros.

De forma que cuando el mundo necesitó que nos recluyéramos en nuestras casas y renunciáramos a nuestra libertad en pro del bien mayor, lo hicimos. Cuando se solicitó del personal médico, el de limpieza, el de ventas –de alimentos de primera necesidad– y el de seguridad que siguieran asistiendo a sus labores, exponiéndose altamente a un riesgo de contagio, lo hicieron. Todo esto en orden de proteger a quienes más lo necesitan.

Todos hemos hecho sacrificios en pro de que esta situación mejore y la pesadilla por fin termine. Aunque parezca increíble un virus destinado a separarnos nos ha unido y nos ha vuelto más fuertes, más humanos.

Y la realidad es que, si existe algo positivo para sacar de toda esta situación, es el hecho de que ahora podemos apreciar lo que es verdaderamente importante y lo que no. Podemos disfrutar de una cena en familia porque ya no existen excusas para no hacerlo. Podemos darnos el tiempo de terminar ese libro o ver esa película que tenemos pendiente hace meses.

Podemos jugar con nuestros hijos o sobrinos como les prometíamos todas las noches, pero esta vez cumplir la promesa. Podemos cantar en balcones para entretener a nuestros vecinos y volvernos una sensación en internet. Podemos vivir por un segundo, porque el mundo se ha detenido y ya no existen prisas.

Y uno podría decir: “sí, pero el ser humano no nació para vivir aislado, para estar solo.” Pues no lo estamos. Puede que lo parezca, pero no es así. Las redes sociales nos unen unos a otros, rompiendo barreras de tiempo y espacio, tal como llevan haciéndolo desde que fueron creadas, y siempre podremos encontrar a alguien al otro lado de ese espejo negro llamado pantalla que nos dé una mano y nos impulse hacia adelante.

Pacientes hospitalizados conversan con sus familias mediante videollamadas

Puede ser que nos encontremos frente a una situación aterradora. Puede ser que los números no luzcan alentadores en lo absoluto y pareciera que todo no hace más que empeorar. Y puede ser que pase, que todo empeore; pero todos estamos haciendo lo mejor que podemos. Todos estamos resistiendo. Sin embargo, tenemos que resistir juntos si es que soñamos con vivir para contar la historia. Hay un dicho que dice “cuanto más oscura la noche, más pronto amanece” de modo que no perdamos las esperanzas, como dice la canción “here comes the sun.”

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